#19 (6-12 mayo 1974)
Las ganas de hacer cosas, la retranca de Reverte, el olor de la Discoteca Daniel, cuando las películas ya no vuelven a ser lo mismo... para bien y para mal.
Desde hace un tiempo, los fines de semana -por increíble que parezca y por estúpido que suene- tengo siempre unas ganas tremendamente gritonas de que llegue el l u n e s, porque siento el comienzo de la semana como una nueva oportunidad para hacer las cosas bien, o mejor, o ponerme en serio con algo -pero en serio, en serio-. Es como vivir en un continuo fin de año, sólo que en lugar de hacer una lista de propósitos planifico en la agenda toda la semana. Vete tú a saber si es el buen tiempo, que se ha ido el frío o que los químicos empiezan a hacer efecto en mi cerebro y todo se está requetecolocando y vuelvo a tener ganas de hacer cosas, aunque sea a ratos.
Pero tengo que admitir que aunque me flipe esto de estar tan activa y saltarina también tiene su parte mala, y es que si siempre he sentido que el día no me daba para absolutamente nada, ahora estoy segura de que dura la mitad, que hay un duende que habita en mi cajón de los calcetines que se dedica a alimentarse y sobrevivir a base de mi tiempo. Tengo claro que moriré teniendo este problema, lo sé desde el momento en el que nací. Nací pensando que había pasado demasiado tiempo en el útero de mi madre, que estaba perdiendo tiempo de vida, ya desde antes de salir al exterior. Nací con el corazón y la cabeza llena de cosas que dar, y ya no me estaba dando tiempo suficiente. Y dicen por ahí que va a peor, que todo es cuesta abajo a partir de los 25, lo cuál sólo me deja con un año de margen1 para hacer algo al respecto. Pero me siento engañada, porque en realidad llevo yendo cuesta abajo desde lo 13. Joder. Qué lío. Y eso que los días ahora duran el doble. Bendito verano. Bendito cambio de hora. Te quiero Benjamin Franklin -sí, soy team cambio de hora… ¿¡¿¡¿¡Y QUÉEEEEEE?!?!?2
Substack es sin duda mi nuevo Twitter. Lo comentaba hace unos días en la propia red social a través de una Nota. Me parece haber encontrado el sitio idóneo para expresar mis movidas, frases más pomposas, ideas más estrafalarias o pensamientos más básicos, pero teniendo un posible público, red y comunidad que está de verdad todo a una, experimentando este rincón de la misma forma y con la misma mirada que yo: un espacio de expresión donde las cosas sí van a algún lugar.
Además de eso, mencionaba la forma en la que se debería cambiar -no radicalmente porque no soy yo una nazi de nada, pero casi- las horas nocturnas (o cualquiera otras) -¿está esto bien escrito?- de Tiktok o Instagram por esta misma página tan estilo blogger -o mejor- o también por Pinterest, o por una lectura, dibujo, meditación, papar moscas mirando para el techo o simplemente estar en plena oscuridad con los ojos cerrados, viendo cómo luces y formas de colores se generan aleatoriamente más allá de las persianas que son nuestros párpados. Cuanta menos pantalla, mejor. Y lo de la lectura yo lo llevo casi siempre a cabo, pero hay días que, sinceramente, me apetece desconectar y ver cosas que no me hagan pensar demasiado, pero que siempre me activen el cerebro, como es el caso de la ya mencionada Pinterest, en la cual me fascina sumergirme mientras escucho algún disco y tengo ideas que jamás conocerán la tangibilidad.
La cosa es que, después de unos cuantos días dejando que las escrituras y posts de otros escritores broten en mi página principal de Substack, he notado un incremento en mis ganas de hacer cosas, en mi flujo de creatividad, por lo menos mental, y mi libreta y chats solitarios de Telegram -que uso para hacer notas, como la lista de la compra, apuntar la contraseña de un wifi, algo que jamás buscaré o dejar constancia de alguna fecha que tengo que apuntar en la agenda cuando la tenga delante- están un poco más transitados por los rayitos de luz que emergen de la bombilla que se enciende en mi coronilla cuando nado entre las palabras ajenas.
Así que… Además de darle las gracias a este entrañable lugar, también tengo que saludar y darle las gracias por suscribirse a las nuevas personas que hay llegado a este rincón del internet. Bienvenidas. Brindemos.
TEXTOS AJENOS
La retranca que en muchas ocasiones sirve de zapatos a los textos de Reverte siempre me ha parecido admirable: esa ironía, la verdad a través, casi, de la psicología inversa, la realidad más cruda y ridícula pintada con clase…
Este artículo que os traigo hoy, que nos encontramos el domingo en XL Semanal mientras tomábamos S., P. y yo el café a la hora del vermú en uno de nuestros sitios de confianza, nos arrancó algunas carcajadas mientras el propio P. lo leía en alto para los tres, en la terraza principal del local.
Tras leerlo un par de veces, saco a relucir dos posibles lectura del texto, entre otras que habrá:
Todos podemos generar un libro de autoayuda, porque es ridículamente fácil escribir uno -que no quiere esto decir que esté bien hecho, o que pueda servir realmente de salvavidas-; porque cualquier menda con capacidades para juntar letras y formar palabras, de sumar 2+2, sería capaz de conjurar consejos básicos basándose en su propia y simple existencia, o la de las personas que le rodean y su desastrosas forma de vivir.
Al final los problemas que solemos tener la mayoría de los seres humanos -o por lo menos la mayoría del tiempo- tienen una sencilla solución: podemos arreglarlos con menos de lo que creemos que necesitamos. A veces una simple frasecilla nos saca del agujero porque llega en el momento preciso.
Ser feliz es realmente sencillo, sólo que no siempre tenemos las herramientas necesarias para llevarlo a cabo. Y la herramienta muchas veces es un click, un chispazo3, algo que nos mantenga en la idea y el cuerpo en la sensación de poder que habita dentro de todos nosotros. Yo misma he estado ahí; incluso en los días más depresivos ha habido algún momento en el que una ráfaga de algo me alcanzaba, una esperanza extraterrestre que servía de escalera para, aunque fuese unos minutos, sentir que, qué coño, pero si salir de aquí es super sencillo, no sé por qué no lo he conseguido antes. Pero luego se va. Porque en realidad no es así. Sí lo es, pero no lo es. Es una dicotomía que revolotea en mi cabeza, donde ninguna de las dos partes se pone de acuerdo con la otra.
Los libros de autoayuda están muy bien, para echar un rato y tener una lectura blanda de las posibilidades que tienes en frente para comenzar a actuar. Pero por otro lado están los libros de psicología, los verdaderos libros de autoayuda, que a mi parecer son los que realmente pueden darte el pico y la pala, explicándote de donde vienen tus sufrimientos o preocupaciones y que puedas atacarlo de raíz una vez comprendidos. Y es gracioso porque, uno de los libros que a mí me han ayudado -nunca han sido de autoayuda, de los cuales he leído un par porque siempre me resultaron pomposos y demasiado Mr. Wonderful- no es ni un libro de psicología ni de autoayuda. Se llama El kibalion, un libro que habla sobre los 7 principios herméticos, cómo poder hacer alquimia mental con ese conocimiento, entenderlo y usarlo para que tu realidad y vida sean apacibles y como tú deseas. Cousas de meigas, pensarán algunos, pero es que una es lo que es.
Me cambió la vida en su momento y estoy deseando volver a leerlo.
ALGUNAS COSAS SUELTAS
#1 Camino por delante de la antigua Discoteca Daniel (actual Lelé de Noite) y su olor es una máquina del tiempo, porque sigue siendo el mismo que hace 15 y 20 años -y más, seguro-; se me mete dentro cada vez que su puerta coincide abierta con mi paso, aunque nunca ha salido de mí, porque los olores de la infancia no te abandonan jamás, sólo se duermen una siesta hasta que suena un despertador en el exterior.
Prometo que no sé describir cómo es, si dulce o salado, porque simplemente nunca había olido ni volveré a oler nada igual. También juro que era una de las cosas que más me gustaban de celebrar allí las fiestas de carnaval del colegio cuando era pequeña. Eso y que nos pedíamos zumos y nos creíamos todos seres ya jubilados, disfrutando de su pensión, de una bebida pagada con el esfuerzo del trabajo de toda una vida, como si fuese el vino con más alcohol y más lujoso del mundo, compartiendo bolsas de Doritos a precio de oro. Estábamos borrachos de adultez, en un momento en el que la cosa más adulta que habíamos hecho era montarnos en la jaula del Barco Pirata en las Peregrinas y cruzar la calle sin ir de la mano de nuestros padres.
#2 Fui a trabajar en el merchandising de un concierto el domingo y fue muy divertido. Aún queda gente que es agradable, respetuosa y paciente con las personas que trabajan de cara al público. Además estoy muy orgullosa porque supe organizarme bien y hacer correctamente las cuentas -recordemos que yo soy de artes y letras, y eso significa que no sé contar-.
#3 Nunca me he leído Cien años de soledad (Gabriel García Márquez, 1967). S. se lo está leyendo ahora mismo y está enganchadísima. Y resulta que van a sacar una serie. Y con todo lo que me ha contado, me han entrado ganas repentinas de leerlo a mí también. Ahora estamos las dos emocionadas por la serie y porque lo lea de una vez.
Lo gracioso es que García Márquez escribió el libro intentando que fuese inadaptable al cine, lo escribió contra el cine. Esto lo ha dicho él mismo en alguna entrevista. Podéis verlo vosotros mismos en este vídeo horrible y con mil fallos de pronunciación porque la voz está generada por IA. Mi palabra favorita ha sido “locación/es” en lugar de “localización/es”.
#4 Siempre hay alguien mejor, hasta en las peores cosas y situaciones; de todos los mendigos hay un mendigo mejor.
#5 No hay que buscar el éxito, hay que buscar la felicidad, que es el éxito.
#6 Me encanta la expresión “dejar aparcado”, usada para cualquier cosa no referida a coches, para decir que algo ha sido “dejado de lado”.
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#Este pedazo de cacho de trozo de PALO increíble. El niño del anuncio de “uN PAALOOOO” de Limón&Nada habría flipado si se lo regalan.
#20 cosas que no volverá de La mala de la película
LOS DOS SENTIDOS
Revisar un libro, un disco, o una película que la primera vez se te clavó dentro no siempre termina como tú te imaginas. Así como en ocasiones volver a ello es como experimentarlo de cero -y así es, pues nunca somos la misma persona, y menos si ha pasado mucho tiempo- otras te llevas un chasco: ya no es todo fuegos artificiales, ya no hay ni un atisbo de lo que el primer acercamiento significó, de los sentimientos fuertes que nacieron en tus entrañas… Incluso te preguntas ¿qué diablos vi yo en esto?. O por el contrario, algo que en su momento ni fú ni fá ahora puede que te revele todas las respuestas que necesitas. A mí me pasó con Begin Again (John Carney, 2014).
Cómo se me metió dentro esa historia. Cómo de increíble me pareció la idea. Cómo me flipaba la banda sonora. Hasta me la compré en DVD, porque nunca se sabe cuándo va a llegar el gran apagón4 y si no tenemos las cosas luego nos echamos las manos a la cabeza. Hasta que un día la vi con P. en su lector de DVDs, y al magia había desaparecido.
La BSO me seguía pareciendo maravillosa, preciosa, y esa canción principal es… sublime…, seguía saliendo Keira Knightley… pero… buff… ya no era lo mismo. No me parecía para nada para tanto. Ni la historia, ni los personajes… Sí el modo en el que graban el disco -si la has visto entenderás-. Pero la experiencia fue diferente.
Quién sabe. Igual me la vuelvo a poner y me vuelve a encantar y me hace llorar. Si es que como con todo, depende del momento en el que te pille. Ya sabéis. De todas formas la recomiendo, y recomiendo escuchar la BSO, y darle una oportunidad. Igual os la habéis cruzado en el momento adecuado y esto es una señal para que entre en vuestras vidas.
GALERÍA SEMANAL
“Margen” es una de esas palabras que en mi cabeza llevan tilde. Como “imagen”. Algún día compartiré con vosotros una lista en al que estoy trabajando, llenita de ejemplos totalmente inquebrantables.
Espero que alguien haya pillado -o por lo menos pensado en- la referencia a esta maravilla del cine.
CHISPAZO. Nunca me olvidaré de este anuncio, y de esta grandiosa mezcla. Aunque ya no me hace tanta gracia la coca cola y prefiero el vermú mezclado, así, solo.
El Gran Apagón es una serie podcast sobre la tormenta solar más impactante jamás registrada y sus consecuencias, algo que dejará al planeta en completa oscuridad. Una historia increíble que me descubrió H. en su momento y que me tuvo totalmente enganchada.
Gracias por leer.
Y por si no nos vemos, buenos días, buenas tardes y buenas noches.
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👏👏👏👏
discoteca Daniel?! tú eres de Ponte 😎