#20 (13-20 mayo 1974)
El azúcar y la cafeína, las ediciones de los libros, japoneses durmiendo de pie, el sueño de tener un salón...
Ya es lunes y la newsletter se me ha hecho bola bolísima.
Ayer me moría de ganas de que empezase la semana para ponerme con ella, con todo. Pero la espesura reina en la azotea de la casa de las ideas, y están intentando barrer el polvo y el polen que llega del parque de al lado; recoger las pinzas caídas de colgar la ropa, para intentar tender otra tanda limpia a secar y que todos los vecinos puedan oler desde sus respectivas terrazas el perfume a sábanas suaves y frescas.
No tengo nada sobre lo que escribir esta semana. No tengo ninguna cosa anotada cuando me prometí que no “no anotaría las cosas”. Y aún encima estoy espesa, les digo sentada en el salón de S. a ella y a M. mientras esperamos que la macedonia que hemos hecho para merendar se enfríe en la nevera. Y sin saber cómo, empezamos a hablar de la obsolescencia -programada o no- de las cosas, de cómo nada digital existe en realidad, de lo fácil que es que todo se vaya a la mierda y desaparezca de repente, porque lo único que existe son las cosas tangibles. Y a veces ni eso, como dice la canción. Ah, ya lo recuerdo. Todo venía a una lista de libros que S. fue haciendo a partir de vídeos de recomendaciones que había visto, y de ahí pasamos al uso del kindle, a cómo a veces te salva la vida porque las sagas de fantasía son carísimas en físico porque algunas son extensísimas, a cómo alguna vez ha cruzado mi mente el pensamiento intrusivo, la ensoñación, el desvarío de desierto a 40º, de cómo sería tener uno. Pero es que prefiero lo físico, el libro en mis manos, cargar con él y que incluso me moleste en el bolso, porque pesa, porque siempre llevo uno pase lo que pase porque nunca se sabe cuándo necesitarás un arma; subrayarlo, volver a sus páginas cuando tenga hambre, cuando tenga necesidades morales, psicológicas, o del corazón. Y si es de segunda mano maravilloso. Que no se sabe cuándo el gran apagón -justo hablaba de esto en la anterior entrega- puede llegar y acabar con todo. En ese momento que se maten los demás que decían que “para qué”, por lo menos yo podré contar con mis discos, mis películas y mis libros para sobrevivir.
Hablamos además de cómo un mismo libro puede encontrarse en tan diferentes ediciones. Cómo un mismo texto puede parecer más corto o largo dependiendo del tamaño del libro o de la fuente, de la belleza de las portadas, que son un verdadero arte muchas veces. Y comparamos nuestros tres ejemplares de Cien años de soledad (García Márquez, 1967). La misma historia pero con diferentes caras.
Casi al final de la jornada hicimos café, con un poco de canela, y el efecto fue casi inmediato: la conversación se aceleró, en velocidad y en efusividad. Despertamos de ese cansancio que nos estaba impidiendo avanzar en el trabajo y de repente por mi cabeza bailaban, rebotaban, cantaban, saltaban, volaban, hacían la croqueta en llamas las palabras, y dentro de las cabezas de las propias palabras otras palabras más chiquititas hacían lo mismo. Casi salían solas. Si es que a veces un poco de azúcar y cafeína hace milagros. Y la buena compañía también.
ALGUNAS COSAS SUELTAS
#1 Puede que si te digo la palabra “Inemuri” te suene a chino. Pero no es chino, es japonés.
Este es el término que se utiliza para denominar un método “nuevo” que se han “inventado” para dormir una siesta corta básicamente de pie, y hay cafeterías en Japón que ya tienen instaladas “cápsulas Inemuri” en el interior de sus establecimientos, para que los clientes tomen su café, se echen una cabezadita mientras la cafeína les coloniza las arterias y luego se encuentren como nuevos para seguir trabajando.
Por lo que he llegado leer y saber, los japoneses -no sé si todos- consideran la práctica tan maravillosa de dormir como una pérdida de tiempo, un tiempo que bien podrían estar invirtiendo en el trabajo, y esto les lleva a contar con una media de 7’22 horas al día de descanso, según un estudio de la OECD. Algunos incluso a penas llegan a las 6h. Sí, yo también he pensado alguna vez que ojalá dormir menos para poder hacer más cosas. Bueno, más bien he deseado que el día durase por lo menos 5 horas más para poder hacer más cosas. Pero, qué le voy a hacer, tengo la fea costumbre de querer descansar y dormir y soñar cosas bonitas.
A donde realmente quiero llegar, pero no quería ser tan directa, es a la opinión/ razonamiento/ pensamiento/ crítica de todo esto, y es que ¿hasta qué punto esta mentalidad nipona es sana? Aquí también tenemos la siesta, pero siento que en Japón ya se ha llegado a un punto de no retorno de capitalizar incluso el descanso, pero ¿a caso hay algo no capitalizado en ese lugar? Lo peor es que comprendo que debido a su situación sociopolítica vean esto como una ventaja, una ayuda, un plus, el futuro. Pero la realidad no es otra que es el Estado y la sociedad queriendo exprimirlos, por todas partes.
“No está mal visto, sino todo lo contrario, pues significa que no se ha dormido suficiente la noche anterior a causa de una jornada extenuante de trabajo.”
Wow. Simplemente duras declaraciones. No me fastidies que no suena a secta, donde tu esfuerzo y sacrificio es aclamado y premiado por el Rey, que te sigue acariciando la cabecita cada vez que le entregas tu sangre en un cáliz de oro después de haberte cortado las manos una vez más, para que él se la beba y se siga manteniendo joven y poderoso. -¿Has dormido más de 6 horas y 25 minutos? Crees que esta es forma de tratar a tu amado líder? ¡Vaya falta de respeto! ¡Traedme la fusta! -dijo el jefe entre humos de cólera y llamas del infierno-.
Y yo que si duermo la siesta, por 10 minutos que sean, me levanto con la cabeza hecha papilla y con 15 neuronas muertas para el resto del día. Por eso ni me gusta ni la hago nunca. Si me ves haciendo la siesta es porque estoy enferma. 99,99% seguro. Si me caigo del cansancio prefiero arrastrarme hasta la noche como un gusano y dormir ya del tirón.
#2 Uno de mis mayores sueños ahora mismo es tener un salón; el resto de la casa me da casi igual. Yo sólo suspiro por un salón que poder decorar, llenarlo de coas que lo hagan lo más acogedor posible e imposible la limpieza del polvo, invitar a mis amigos y no salir de ahí jamás, porque será simplemente el centro del universo; con sus muebles rescatados de la basura un miércoles y restaurados, sillas que sean obras de arte, alfombras, un cuadro enorme en la pared más grande, y que la luz entre por todas partes, que el sol lo bañe todo; pintar una pared de amarillo, que haya una estantería o un montón de baldas en algún lugar y que sea el nuevo hogar de todos mis libros y cacharros. Y qué bien, estamos en 1974, aún no es tan difícil conseguir un conversation pit, un “pozo de conversación”.
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#3 Quiero ESTA taza. Me ha hecho mucha gracia. -Sí, lo siento, me gusta Bukowski. ¿Soy mala feminista ya?-
#4 Pienso mucho en el concepto “comida hecha con cariño”.
Justo el otro día hablábamos en la mesa de las lentejas: de pequeña me gustaban tanto, las comí tanto en todas partes, que les cogí asco, miedo, manía. Luego pensé en alto que quizás si las pruebo hoy en día otro gallo cantaría, pero que la última vez que lo hice hace algunos años no surgió ese efecto.
El padre de P. comentó que la primera vez que probó las lentejas fue en la mili. Sólo me pude imaginar aquel plato de legumbres como algo oscuro y gris, una masa indefinida, con tropezones seguramente, las lentejas hechas con menos cariño del mundo.
#5 Es en mis venas donde la cafeína sigue haciendo efecto ahora mismo, horas después. Ya estoy en la cama aprovechando el flujo de verborrea, el brote de hiperactividad, y desde el colchón veo reflejados en el espejo los libros que dan verdadera vida e interés a mi habitación, y se me suben ardiendo como asfalto en agosto a las 5 de la tarde por el estómago unas ganas insanas de leérmelos todos del tirón, sin necesidad de pegar ojo el 5 noches. Igual es que soy medio japonesa y aún no nos habíamos enterado. Muchos dirían que hay ocasiones que parezco hablar en otro idioma.
#6 A veces no disfrutamos las cosas hasta que vemos a los demás disfrutar de las cosas. Y no me refiero a una situación de “culo veo, culo quiero”, sino al hecho de no apreciar algo hasta que ves cómo alguien está siendo feliz con ello, o ves cómo lo vive. O directamente lo vives tú en tus propias carnes.
Esto me pasó con Angry de los Rolling. Posiblemente habría sido una canción que pasase desapercibida por entre de mis oídos, quizás hasta la experimentaría como un intento de la banda reina de seguir al pie del cañón, puede que de una forma infructuosa. Rock blandito de radio. Yo qué sé.
Pero dio la casualidad de que la conocí directamente a través de su videoclip, y ver cómo Sidney Sweeney la canta encima de los asiento traseros de un descapotable por el medio de una avenida con un cosplay de rockerilla y el pelo al viento, mira tú por donde, terminó por transmitirme el espíritu de la canción, y entré en su modo. Supongo que en ese caso, se podría decir que la obra cumplió su función. Sobre todo porque terminé inmersa por completo y obsesionada durante varias semanas con el tema y del videoclip.
TEXTOS AJENOS
Cosas que posiblemente todos pensamos que nos pueden ayudar a la hora de crear, pero que cuando nos encontramos atascados, saturados, no podemos en práctica.
En este texto Henrik Kalrsson habla de cómo, sobre todo la disciplina, puede sacarnos del agujero, generar más productividad en nuestros momentos creativos, y, en definitiva, hacer que las idea no luchen tanto por salir al exrerior.
*ON HAVING MORE INTERESTING IDEAS
LOS DOS SENTIDOS
#1 Terminado de leer Cualquier verano es un final de Ray Loriga, uno de mis escritores favoritos, puedo decir que ha sido un buen paseo. Por el tema, al que suelo darle muchas y muchas vueltas a la semana, además de por su manera de juntar las palabras, que tanto me gusta.
Aún cuando la escritura de Loriga siempre me fascina, he sentido que me he quedado un poco igual, un poco con las manos vacías. Pero la lectura la he disfrutado mucho. He hecho anotaciones muy fructíferas y reconocido en muchas líneas. Y eso es lo importante. Os recomiendo charle un ojo, porque quizás vosotros encontréis en él un lugar maravilloso.
#2 El mundo maravilloso lo estoy encontrando, en esta ocasión, en América, la banda británica-estadounidense.
Ha sido una de esas veces en las que te lanzas a la piscina de la búsqueda de nuevos sonidos que te llenen, y lo consigues investigando un poco más a fondo en las cosas que tenías a simple vista. Porque mira que no habré escuchado algunas de sus canciones miles de veces, sobre todo Ventura Highway.
Fue justamente a través de ella por donde hice la inmersión: escuchando la radio de la canción en Spotify. Básicamente todas las canciones recomendadas a partir de ella eran lo que necesitaba escuchar, y las que más me encajaron fueron las propias del grupo. Ahora no dejo de escuchar esa playlist que se actualiza hasta el infinito, porque es un espacio brillante.
GALERÍA SEMANAL
Gracias por leer.
Y por si no nos vemos, buenos días, buenas tardes y buenas noches.
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ESTOU NAMORADA DE TI TIA